viernes, 13 de mayo de 2011

Easter Break Parte 3: Nelson – Picton – Wellington

Pues con un buen número de picaduras encima y la mochila llena de castañas volvimos a la civilización. De Marahau nos fuimos a Nelson, una ciudad pequeña, que no pintaba mal, pero que tampoco vimos en exceso, para que nos vamos a engañar. Fuimos de la estación al hostal y cuando llegamos allí no daban ganas de salir. Es lo que pasa cuando te encuentras uno de los mejores hostales de la historia… hay que aprovecharlo. Pasar la noche allí fueron unos 25 dolares (15 euros). Con las llaves nos dieron de regalo a cada una un paquete de Noodles, que no vale más de 50 céntimos, pero el detalle mola, todo lo que te den de comer  se agradece. Y continuando con la comida gratis, teníamos incluido en ese hostal el desayuno de la mañana siguiente y a media tarde una sopa casera, que ya cuando llegamos estaba en el fuego. A primera vista tenía una pinta rara, pero de sabor estaba riquísima. Igual influyo también la falta de comida casera desde hace meses… pero me encanto ese cuenco de sopa.
Pero lo mejor del hostal no era la comida… lo mejor lo podéis ver en estas fotos.


Sip, era un hostal de 15 € la noche con jacuzzi y piscina. A mí no me preguntéis, yo no daba crédito. La piscina estaba congelada, así que era misión imposible meterse ahí, pero el jacuzzi…. daban ganas de quedarse a dormir ahí. Pero no era plan. Después de pasar todo el día en el hostal fuimos a dar un mini paseo por ver algo. Y me encontré con este lindo minino gris que parecía de algodón. El anochecer tampoco estuvo mal, la foto no hace justicia. Pero ahí os la dejo igualmente.  





Al día siguiente pusimos rumbo a Picton, ciudad de la que sale el ferry a la isla norte. Es un pueblo no muy grande, pero muy bonito. El hostal, esta vez sin jacuzzi, estaba chulo también. Se llamaba Atlantis, y como no podía ser de otra manera, estaba todo ambientado en motivos marinos, con todas las paredes pintadas y decoración hasta en el papel higiénico. Lo mejor era la señora del hostal. Una americana que debió ser hippie en sus años mozos y como Obelix, se calló en la marmita, por lo que le quedo ese estado de felicidad constante. Nos recomendó para comer un barco-restaurante, o más bien restaurante-barco, porque estaba ahí aparcado desde hace años. Estaba sobre el agua, pero no se movía vaya. Estaba muy bien, y comimos en plan cerdada, para no variar : )__

Después dimos un paseo para bajar esa comida grasientona, y la verdad es que nos sorprendimos al ver las vistas y el paisaje que había en Picton. Las fotos hablan por si solas.






Al día siguiente fuimos a coger el ferry, que llevaba dos horas de retraso ¬¬ Pero las matamos tomando un café y mirando internet. Al final, después de 3 horas de ferry llegamos a Wellington y … sorpresa, sorpresa… estaba lloviendo. Creo que es imposiblre ver esa ciudad sin que llueva. La verdad es que chafa un poco la visita ese tiempo, pero hicimos planes alternativos. Esa tarde noche nos fuimos a la bolera y al dia siguiente al museo: Te Papa.

Y la verdad es que Wellington nos dio para poco más. Fuimos a comer fuera y dimos un paseo. Solo estuvimos allí dia y medio, y el tiempo no acompañaba mucho. Pero aun así parecía una ciudad chula, bastante diferente a Auckland. Muchos más bares y restaurantes. Se notaba más vidilla en la calle, pese al mal tiempo. Auckland es mas comida rápida por todas partes, puestos de Sushi y gente con prisas. En Wellingon parece que todo iba más despacio. Ambas ciudades tienen su aquel.




Aquí llegamos al ecuador del viaje. Ahora, ya de vuelta en la isla norte, nos quedaba una semana para Taupo, Rotorua y después Matamata para ver Hobbiton. Todos esto en la próxima y ultima entrega.


P.D. Se me olvidaba contar el desenlace de las castañas ja ja ja  Cuando llegamos al hostal de Wellington prepare las castañas. En una cocina eléctrica de gas con una sartén de todo menos nueva… Pero no quedaron tan mal, la verdad es que estaban ricas. Como no podía ser de otra manera a Hanna le encantaron, y esta decidida a prepararlas en casa en cuanto llegue a Suecia. Pero lo que me descoloco fue el “mmm estan ricas, saben a patata.”  Me hizo mucha gracia. Nunca me plantee a que saben las castañas… porque saben a castaña sin más. Es lo que tiene cuando las llevas comiendo desde siempre. Pero ¿a patata?. ¿Cuántos hubieras usado patata para describir las castañas? 

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